Fidelio, un libertador revolucionario en Sevilla

Fidelio, un libertador revolucionario en Sevilla. Foto: Rocío Castro
Fidelio, un libertador revolucionario en Sevilla. Foto: Rocío Castro

Fidelio llega al Teatro la Maestranza con un elenco muy equilibrado que hizo las delicias del público, pese a no tratarse de una producción muy efectista, donde sólo la iluminación y el movimiento de una plataforma flotante creaba los distintos ambientes necesarios. La trama urdida por Friedrich Treitschke sobre la obra de Jean Nicola Bouilly Léonore ou l’amour conjugal se ambienta en la Sevilla dieciochesca, y supuso todo un reto estructural para la mente preclara de Beethoven, que realizó hasta cuatro versiones de la ópera. Nuevamente, la audaz y viva dirección de Pedro Halffter fue uno de los grandes valores añadidos a la velada.

Para la representación en la Maestranza de esta producción, que se enmarca dentro de los actos conmemorativos del 25 aniversario de la Expo’92, se quiso hacer un guiño a la ciudad de Sevilla, presente al final de la ópera en una vista de la ciudad en la que destacan sus principales monumentos. El resto de la escenografía concebida por Francisco Leal resultó algo sobria, quizás como remembranza de lo que debían de ser las mazmorras en aquella época. Planos móviles con aristas definidas gracias a una hábil iluminación conferían los volúmenes de las distintas estancias, que se distribuían a ojos del espectador en diferentes alturas en función del estado psicológico de los personajes.

Sin duda, la protagonista de la ópera fue la soprano Elena Pankratova en su papel de Fidelio/Leonora, que defendió admirablemente. Su presencia en escena brilló con fuerza y carácter y su templada voz de timbre amplio y definido se puso al servicio de las circunstancias argumentales de la obra. Desde su primer gran aria “Abscheulicher! Wo eilst du hin?” dejó claro su amplio registro, que en ocasiones se acerca al de Mezzo, y su capacidad expresiva. Igualmente acertada estuvo en los cuartetos que realiza junto a las otras voces solistas del elenco, entre las que destacaron la soprano Mercedes Arcuri como Marzelline y el bajo Wilhelm Schwinghammer como Rocco. La primera, pese a no tener tanto peso argumental, defendió muy bien sus intervenciones, encarnando a la perfección la enamoradiza hija del carcelero. Por su parte, Schwinghammer supo dotar de la profundidad y presencia su personaje, padre protector y carcelero pragmático pero comprensivo con las penurias del pobre Florestan.

Fidelio, un libertador revolucionario en Sevilla. Foto: Rocío Castro
Fidelio, un libertador revolucionario en Sevilla. Foto: Rocío Castro

Otra voz digna de mención es la Roberto Saccà, que encarnó un Florestan que supo dar una réplica correcta a su compañera Elena Pankratova, con quien comparte gran parte de sus intervenciones. También destacó el barítono Thomas Gazheli como Don Pizarro, pérfido gobernador de la prisión que desplegó una poderosa voz bien articulada y puesta al servicio del personaje. Fue particularmente interesante el trabajo realizado por ambos en los números de conjunto, en los que el preciosismo compositivo de Beethoven evidencian la moderna concepción vocal de estos momentos dentro de la ópera.

El Coro de la Maestranza también merece ser destacado como parte importante del elenco musical, pese a tener dos únicas intervenciones; en el primer acto el coro de prisioneros, solo para hombres, sonó rotundo y quejoso, mientras que el coro a tutti del segundo acto constituyó un brillante final convertido en un canto a la libertad y la valentía de Leonora.

Por su parte, la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, dirigida por Pedro Halffter, tuvo varios momentos de esplendor, como son la propia obertura Fidelio o  la obertura Leonora III, interpretada justo antes del coro final; si bien argumentalmente resultaba difícil de resolver, permitió al público disfrutar de una hermosa versión de la pieza. Pedro Halffter estuvo muy acertado en la dirección de la partitura, tan compleja por los continuos cambios en los cantantes protagonistas, ofreciendo siempre el perfecto marco sonoro de las intervenciones vocales.

En definitiva, sin haber sido una producción espectacular ni en lo escénico ni tampoco en lo musical, sí que resultó agradable ver puesta en escena la ópera Fidelio, singular en su género y que contiene bellos grandes momentos para la lírica alemana.

Gonzalo Roldán Herencia