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      Una realización brillante y sin dogmatismos

      La ópera de Weill y  Brecht subió en el Colón en una gran puesta en escena de Marcelo Lombardero. 

      Una realización brillante y sin dogmatismosLa caída. Ultimo acto de "Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny", con la impecable Nicola Beller Carbone en el centro de la escena. Foto Prensa Teatro Colón /Arnaldo Colombaroli

      Esta nueva producción de Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny es también un homenaje por los treinta años del estreno local de la obra, una audaz realización de Jaime Kogan. Sin duda fue un hecho fundamental en la historia del Colón, no sólo porque se incorporaba al repertorio la obra capital de Kurt Weill y Bertolt Brecht, sino porque significó además una avanzada de la vanguardia del teatro en el tradicional escenario de la ópera. En 2002 tuvimos una nueva producción de Jérôme Savary a tono con la época, con cartoneros y cacerolas, acaso por eso mismo intrascendente.

      La nueva producción de Marcelo Lombardero está concebida no sólo con la imaginación del hombre de teatro sino también con la del músico. El ritmo se impone desde el primer segundo, con un vertiginoso viaje por una carretera desierta. Tras el colapso previsible, las expresivas imágenes del video desaparecen para dar lugar al primer cuadro corpóreo de la escena, con Begbick, Fatty y Moses saliendo de un auto humeante y chocado contra un poste en medio de la nada. La impecable escenografía es de Diego Siliano.

      Pero lo que cautiva en esta realización no es sólo el ritmo y la significación de las imágenes, sino también la reelaboración del espacio escénico. La llegada de las prostitutas (las “colonizadoras” de Mahagonny) constituye un cuadro formidable; llegan desde la platea, como ocurre tantas veces en la ópera, pero quedan expresivamente plantadas muy cerca del público; recién ahí uno advierte que el escenario cuenta con un suplemento por delante del foso, con lo cual muchos pasajes se desarrollan a espaldas del director. Lejos de los grandes desplazamientos casi belicistas que empleaba Kogan, la puesta de Lombardero apela a la ironía tipográfica, el cartel televisivo y los programas de noticias, entre estos últimos uno desopilante con el anuncio del tifón en alemán.

      Los aciertos comienzan desde el “casting”, ya que la soprano alemana Nicola Beller Carbone compone una Jenny difícil de mejorar en su apariencia, pero además muy sólida musicalmente. Desde el punto vocal impresionó todavía más el tenor Nikolai Schukoff en el rol de Jim Mahoney. El “dúo de las grullas” fue uno de los grandes momentos de la representación, tanto desde el punto de vista musical como teatral. Ese dúo forma verdaderamente una pieza dentro de otra; por eso mismo algunas producciones dogmáticamente brechtianas prefieren evitarlo, como una desviación romántica en medio del teatro épico. Pero tal vez sea el mejor momento de la obra; sin duda el único que proporciona una significativa ambigüedad (en Brecht no hay ambigüedades, sino contrasentidos).

      Completan notables actuaciones de Iris Vermillion (Begbick), Pedro Espinoza (Fatty), Hernán Iturralde (Moses), Gonzalo Araya Pereira (Jack), Luciano Garay (Bill) e Iván García (Joe). El director David Syrus obtuvo un alto rendimiento de la Orquesta Estable, y el desempeño del Coro impresionó vocal y actoralmente.

      FICHA

      Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny

      Autores Kurt Weill y Bertolt Brecht Director David Syrus Régie Marcelo Lombardero Sala Teatro Colón, martes 22 (GA), repite días 25, 26, 27 y 29. Calificación Excelente.


      Sobre la firma

      Federico Monjeau
      Federico Monjeau

      fmonjeau@clarin.com


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