La redención de Tannhäuser en la Maestranza de Sevilla

 

Tannhäuser en la Maestranza de Sevilla
Tannhäuser en la Maestranza de Sevilla

Pedro Halffter lo ha vuelto a hacer; en la inauguración de la temporada del Teatro de la Maestranza de Sevilla levantó al público de sus asientos y recibió una prolongada y sentida ovación. El motivo no era para menos, ya que había regalado a los asistentes una magnífica interpretación de Tannhäuser en la Maestranza, una de las óperas más conocidas y representativas de Richard Wagner. Bien es verdad que el mérito no fue sólo suyo, pues en escena contaba con un extraordinario elenco de cantantes que contribuyeron al éxito; sin embargo, hay que alabar el buen gusto y la precisa noción de la partitura que Halffter muestra en su trabajo, constituyendo un sello de calidad inconfundible.

Poco se puede decir que no se haya dicho o escrito de Tannhäuser, una de las óperas más personales y espirituales de Richard Wagner. El compositor alemán, que reinventaba en cada trabajo su particular concepción de lo que tenía que ser la ópera, ofrece en esta partitura una visión desgarradora de la redención del alma por medio del amor en un personaje que tiene múltiples interpretaciones: héroe legendario y amante de Venus que desea, sin embargo, regresar a su tierra para reencontrarse con su amada eterna, pero que en el proceso deberá afrontar los prejuicios y culpabilidades de un mundo que no comparte su visión del amor. Algunos biógrafos han visto en Tannhäuser rasgos de la controvertida espiritualidad del propio Wagner, si bien en realidad lo que subyace en esta historia es la búsqueda de la catarsis y la defensa del todopoderoso amor verdadero frente a las leyes del hombre.

La partitura escrita por Wagner hace justicia a los elevados valores de la trama, como es habitual en el autor, que no concebía el trabajo de la música sin estar unida a la palabra, por lo que intervenía personalmente en la realización de los libretos. Para su representación se hace necesaria un elenco de voces poderosas, capaces de cumplir con las exigencias vocales de la obra y de mantener la tensión y fuerza vocal durante tres horas ininterrumpidas de música. Tal fue el caso del trío protagonista, formado por Peter Seiffert como el caballero trovador Tannhäuser, Ricarda Merbeth como su amada Elisabeth y Martin Gantner como Wolfram von Eschenbach, a la sazón trovador y enamorado en secreto de Elisabeth. Las tres voces brillaron sobre el escenario por su potencia y su perfecta articulación de una escritura musical compleja y sumamente exigente. Seiffert, experto conocedor del repertorio wagneriano, supo estar a la altura de las exigencias musicales, y pese a su menor cualidad escénica defendió a la perfección un papel que bien puede situarse entre los más difíciles de la lírica. Por su parte, la bella y poderosa voz de Ricarda Merbeth ofreció la réplica justa al héroe wagneriano, en una interpretación sublime. Finalmente, Martin Gantner no sólo estuvo a la altura de sus compañeros en este complejo triángulo afectivo, sino que incluso por momentos los ensombreció por su presencia actoral y su calidad tímbrica y perfecta dicción.

Tannhäuser en la Maestranza de Sevilla
Tannhäuser en la Maestranza de Sevilla

Entre los papeles complementarios, que no secundarios, destaca la colosal aparición de Venus, interpretada por Alexandra Petersamer, quien aprovechó sus dos escenas para dejar impronta en el alma de los oyentes. Menos efectivo en lo actoral, pero profundo y desgarrador en lo vocal, estuvo el bajo Attila Jun, a quien no acompañó la dificultad de cantar en alemán. Por último, con menor presencia pero muy oportunos en sus intervenciones, hay que destacar la magnífica labor del barítono Damián del Castillo como el caballero trovador Biterolf, quien afrontó con decisión y calidad expresiva la difícil tarea de ofrecer la réplica en el duelo a los dos protagonistas, así como el trabajo de la cantante Estefanía Perdomo encarnando al pastor cuya lírica melodía recupera el alma humana de Tannhäuser.

En el apartado escénico, la producción presentada en la Maestranza, en colaboración con el Teatro Wielki-Poznán, fue efectiva y sugerente prese a su parquedad de elementos en algunos momentos. El responsable de la dirección escénica, Achim Thorwald, aprovechó la iluminación y los recursos humanos para llenar el aparente vacío del escenario, sobre todo en el primer acto. Aún así, la parquedad de elementos, la simpleza del vestuario y el uso de un único telón de fondo estático para toda la representación dejaron algo frío el ánimo de quienes deseaban transportarse al rico mundo onírico de Wagner. No obstante, fue un acierto la inclusión de elementos coreográficos para representar el mundo onírico de Venus al comienzo de la ópera, o la progresiva incorporación del coro tanto en el duelo de trovadores del segundo acto como en el regreso de los peregrinos en el tercer acto. También resulta oportuna y coherente la alusión al Walhalla de Leo von Klenze para ambientar la sala de los cantores del castillo de Wartburg.

En definitiva, pese a las carencias escénicas, la noche brilló por la calidad musical tanto del eficiente elenco de cantantes como de la interpretación musical del coro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, todos bajo la precisa batuta de un Pedro Halffter que, una vez más, supo obrar su magia en la Maestranza.

Gonzalo Roldán Herencia