Crítica: ‘Don Carlo’ en la clausura del Festival de Ópera de Múnich

                     Recepción triunfal para ‘Don Carlo’ de Verdi en la clausura del                                                  Festival de Ópera de Múnich Crítica Don Carlo Múnich

                                                                                                       Por Luc Roger

La última representación del Münchner Opernfestspiele se celebra tradicionalmente como si fuera un acontecimiento social: el público luce sus mejores galas, la sala está abarrotada, las entradas agotadas, y a aquellos desafortunados que no han podido conseguirlas no les queda otra que probar suerte en la reventa, en las escaleras o bajo la columnata del teatro. La noche del lunes el ambiente era electrizante no solo por la expectación que genera siempre la reputada puesta en escena del maestro Jürgen Rose, sino también por el brillante elenco congregado para la ocasión con un director musical y unos cantantes de primera, especializados en el repertorio verdiano. Además, la velada se vio realzada por la presencia en un palco del proscenio de Su Alteza Real el Duque Franz von Bayern, pretendiente a la corona de Baviera, y por la presencia en el parterre del ya mencionado Jürgen Rose, quien celebrará su 86 cumpleaños el próximo mes de agosto.

Un momento de ‘Don Carlo’ con Charles Castronovo en el rol titular (c) W. Hoesl / Münchner Opernfestspiele 2023

Don Carlo es una de las obras más largas del maestro de Busseto, ya que se trata de la versión italiana de su «grand opéra à la française», que compuso sobre un libreto de Joseph Méry y Camille du Locle, basado en la tragedia Don Carlos de Friedrich von Schiller. Estrenada el 11 de marzo de 1867 en la Ópera de París, la obra fue posteriormente traducida al italiano y reelaborada siete veces por el compositor. Dicho esto, y a pesar de que ya se ha mencionado que esta velada operística es toda una tradición en Múnich,  cabe recordar que, en el pasado, esta misma tradición  pasaba por representar Los maestros cantores de Wagner en la clausura del Festival de Ópera de Múnich.

La puesta en escena, la escenografía, el vestuario y el concepto de iluminación, todos ellos diseñados por Jürgen Rose hace 23 años, no han envejecido en absoluto. La escena se inscribe en la mejor tradición histórica, sencilla y despejada, con referencias clásicas y el foco siempre puesto en la música de Verdi y los cantantes. El escenario está dividido en dos planos: el proscenio se deja libre para permitir a los cantantes mostrarse ante el público, y detrás de este espacio unos escalones conducen a un inmenso cubículo negro que define una única sala,  más estrecha hacia el fondo para crear un efecto de profundidad y perspectiva. La sala es austera y oscura, pero se transforma con el juego de luces y la instalación de elementos de atrezzo, como por ejemplo una escalera que desciende hasta una cripta, supuesta representación del monasterio de Yuste, donde murió Carlos V. Un enorme crucifijo con un Cristo, cuyos brazos están extendidos en un ángulo agudo próximo a la vertical, pende contra la pared izquierda.  Las paredes completamente negras y desnudas subrayan la austera rigidez de la corte española en la época en que reinaba la Inquisición, así como el ceremonial impuesto por Carlos V. Crítica Don Carlo Múnich

Maria Agresta (Elisabeth de Valois) y J. Relyea (Felipe II) en ‘Don Carlo’ (c) W. Hoesl / Münchner Opernfestspiele 2023

El vestuario y el mobiliario de época sitúan claramente la acción a principios del siglo XVI, cuando la Iglesia y su mortífero brazo justiciero alcanzan cotas de gran poder. Esto queda patente en el hecho de que en esta puesta en escena los colores estén reservados únicamente para el clero católico. Una escena grandiosa es la de la pira en la que se colocan los cuerpos desnudos y horriblemente torturados de supuestos herejes, cuyas muñecas cuelgan de una horca. La multitud los cubre de oprobio, rodeando la pira. Una procesión de penitentes nazarenos, ocultos bajo sus capirotes, portan vistosas estatuas de la Dolorosa, un Cristo ensangrentado y una Piedad. La multitud disfruta del terrible espectáculo presidido por los Reyes. El Gran Inquisidor, con los ojos vendados como los de la Justicia, aparece sentado en un sillón sobre una plataforma sostenida por portadores. Se prende fuego a la pira. Al final de la ópera, cuando Don Carlo se despide definitivamente de la Reina a la que ama prometiendo ir a salvar Flandes del yugo que la oprime, la entrada del Rey y del Gran Inquisidor, que ya ha decidido ajusticiarlo con la pena de muerte, pone fin a este plan. El fantasma de Carlos V reaparece entonces en traje de corte para conducirle a la cripta, que presumiblemente es la antesala del cielo. Y para los conocedores de la gran pintura española, Jürgen Rose nos remite a las soberbias evocaciones de El Greco para el Inquisidor, a Goya para el auto de fe y a Zurbarán, que inspira el traje de Carlos V y el retrato del monje encapuchado representado delante de la gran cruz visible en el telón que oculta el escenario durante los cambios de acto o escena.

Charles Castronovo, a quien veremos de nuevo en Múnich como Cavaradossi la próxima temporada en la nueva producción de Tosca (mayo de 2024), se hizo cargo del papel titular de Don Carlo. Aunque al principio de la ópera tardó un poco en encontrar su sitio, con una expresión emocional poco creíble, rápidamente ganó confianza y su voz se volvió más llena. Tiene un físico atractivo para el papel, una voz de tenor que se ha ensanchado y oscurecido ligeramente con los años, y un registro de lírico spinto muy adecuado, también para el verismo italiano. La soprano italiana Maria Agresta, muy a gusto tanto en el repertorio verdiano como en el pucciniano, canta Elisabeth de Valois desde 2019. Su canto es sumamente seductor, sobre todo en la mezza voce y en las admirables notas filadas. Su dominio técnico y su fraseo son impresionantes, sobre todo en el «Tu che le vanità» del inicio del Acto III, en el que brilló con un lirismo desgarrador. Estos dos cantantes, aunque no son grandes voces en cuanto a volumen, formaron una pareja que se compenetra bien, entre otras cosas porque su potencia es pareja. Sin embargo, ambos se vieron apocados por las formidables voces de todos los demás solistas, especialmente en los momentos polifónicos. Crítica Don Carlo Múnich

Charles Castronovo (Don Carlo) y John Relyea (Felipe II) en ‘Don Carlo’ (c) W. Hoesl / Münchner Opernfestspiele 2023

Muy aclamado como el Inquisitor del año pasado en la Metropolitan Opera, John Relyea, a quien no se oía en Munich desde hacía 10 años, ofreció un Philippe II extraordinario, dominando a todo el reparto con su gran estatura y su voz de bajo-barítono de gran proyección y potencia, teniendo la capacidad de descender a profundidades abismales sin descuidar ni un ápice su elocución y precisión. Emocionante, impresionante, ¡superlativo! El ruso Dmitry Ulyanov resultó aterrador en el papel del Gran Inquisidor desde el principio de la obra hasta elevarse a las más altas cotas de crueldad con su despiadado veredicto. Frustra las esperanzas del pueblo, que esperaba el reinado del Infante, y luego decide perentoriamente el destino de Don Carlo. Su magistral «O Re, se non foss’ io con te nel regio oste» dejó claro quién tiene el máximo poder de decisión en el reino. También destacó en su interpretación del monje, sombra de Carlos V, el bajo rumano Alexander Köpeczi, reciente fichaje de la compañía de la Bayerische Staatsoper. Este joven intérprete ganó en 2020 el premio especial a la mejor interpretación de Verdi en el Concurso Internacional de Canto Tenor-Viñas de Barcelona. Crítica Don Carlo Múnich

Una de las interpretaciones más celebradas de la velada, tanto por su prestancia vocal como por su presencia escénica, fue la del barítono petersburgués Boris Pinkhasovich, que sustituyó casi de improviso a Ludovic Tézier en el papel de Rodrigo, marqués de Posa. Retrató admirablemente a este hombre desgarrado entre dos lealtades, la de a su rey, de quien es el único confidente, y la fraternal que siente hacia el infante. Actuará de acuerdo con su honradez, lo cual conllevará su asesinato. Boris Pinkhasovich estuvo sublime, dando pruebas de un excelente dominio técnico y luciendo un timbre de elegante nobleza que atrapa el corazón.  Será un placer volver a verlo la próxima temporada como Sharpless, Kovaliov y en la nueva producción de La reina de picas en Múnich. Por último, pero no por ello menos importante, la mezzosoprano francesa Clémentine Margaine, con su enorme y soberana proyección y su deslumbrante volumen, ofreció una interpretación asombrosamente bella y poderosa de la princesa Éboli. Las dificultades de la coloratura en la traicionera canción del velo («Nel giardin del bello») parecían para ella un juego de niños. La fuerza expresiva de su «O don fatal» y la fuerza patética de su remordimiento dejan sin aliento. Crítica Don Carlo Múnich

Un momento de ‘Don Carlo’ en la puesta en escena de Jürgen Rose (c) W. Hoesl / Münchner Opernfestspiele 2023

La velada terminó con una entusiasta ovación, en la que los bravi se unieron a estruendosos aplausos. El director musical, la orquesta y el coro fueron jaleados entusiastamente. Jürgen Rose también salió a saludar al público, quien le correspondió agradeciendo el admirable trabajo de este gran maestro de la escena.

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Festival de Ópera de Múnich, 31 de julio de 2023. Don Carlo, música de G. Verdi y libreto de Joseph Méry y Camille du Locle.

Director musical Daniele Rustioni. Dirección escénica, escenografía, vestuario e iluminación: Jürgen Rose. Asistente de dirección escénica: Franziska Severin. Iluminación: Michael Bauer. Director del coro: Johannes Knecht.

Elenco: John Relyea (Felipe II, Rey de España), Boris Pinkhasovich (Rodrigo, Marqués de Posa), Charles Castronovo (Don Carlos, Infante de España), Dmitry Ulyanov (El Gran Inquisidor), Alexandre Köpeczi (Un monje),  Maria Agresta (Elisabeth de Valois),  Clémentine Margaine (La princesa Éboli), Galeano Salas (El Conde de Lerma, un heraldo real), Jessica Niles (Voz del cielo).

Orquesta Estatal de Baviera y Coro de la Ópera Estatal de Baviera.

OW