Poppea Aix 22 a

El triunfo del talento

9/7/2022. Aix-en-Provence. Théâtre du Jeu de Paume. Monteverdi. L’incoronazione di Poppea. Jacquelyn Stucker, Poppea. Jake Arditti, Nerone. Fleur Barron, Ottavia / Virtù. Paul-Antoine Bénos-Djian, Ottone. Alex Rosen, Seneca. Miles Mykkanen, Arnalta / Nutrice / Famigliare I. Maya Kherani, Fortuna / Drusilla. Julie Roset, Amore / Valletto. Laurence Kilsby, Lucano / Soldato I / Famigliare II. Riccardo Romeo, Liberto / Soldato II. Yannis François, Littore / Famigliare III. Cappella Mediterranea. Dramaturgia: Antonio Cuenca Ruiz. Ted Huffman, dirección escénica. Leonardo García Alarcón, dirección musical.

De vez en cuando los astros operísticos se alinean con el único objetivo de que un espectáculo se convierta en algo más, en una experiencia que no deja indiferente a nadie y que permite a quien lo contempla convencerse de que el estar enamorado de la ópera no es ninguna locura. El Festival de Aix-en-Provence tiene un ojo especial para encontrar talentos ocultos que están despuntando o quizá a los que los medios especializados no han prestado demasiada atención porque no están en la rueda mediática. Esos talentos pasan, en muchas ocasiones –como de la que estamos contando– por L’Académie del Festival, que desde su creación en 1998 permite a cantantes, instrumentistas, compositores, directores, dramaturgos y artistas multidisciplinares de todo el mundo beneficiarse cada año de las oportunidades de intercambio y desarrollo con algunos de los artistas internacionales más experimentados en los campos de la ópera y el teatro musical, la música de cámara y la creación. Es un semillero que va dando frutos porque luego pueden incorporarse a producciones del Festival donde demuestran su valía. En esta producción (compartida, entre otros teatros, con Les Arts valenciano) de L’incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi cinco de los participantes habían pasado por este centro de formación. 

Poppea Aix 22 b

L’incoronazione es una obra bellísima, donde un Monteverdi ya cerca de su muerte crea, junto a su libretista G.F. Busenello, una obra de una modernidad y de una temática, histórica y no mitológica como era lo imperante en la época, que sorprende enormemente al ser escrita a mediados del siglo XVII. Plantearse en un escenario la ambición de Poppea utilizando su sexualidad para conseguir sus fines, la tiranía y maldad de Nerón y la derrota de todo aquel que tenga una mínima moral,  finalizando con el triunfo los “malos” sobre los “buenos”, sigue sorprendiendo en pleno siglo XXI. La música del compositor italiano está llena de sensualidad, cada nota acompaña al texto y se acopla perfectamente al sentimiento de los personajes en cada momento. Incorporando disonancias que horrorizarían a espectadores posteriores, la música de esta obra sigue anonadando a quien la escucha.

Y más si está tan bien servida como en esta ocasión por una de los mayores especialistas en este repertorio, el argentino Leonardo García Alarcón. Su versión es de un preciosismo elegante, siempre delicado. Verle dirigir es un espectáculo equiparable al que hay en el escenario y a veces, sinceramente, uno no sabe dónde mirar porque la precisión de sus indicaciones, la emoción que transmite a músicos y cantantes hace que la música sea aún más tremendamente envolvente, descriptiva y sensual a la vez. El pulso de la obra nunca decayó, siempre supo dar el tono necesario a cada escena y el resultado sólo puede calificarse de mágico. Una parte importante de esta magia en el pequeño foso del Teatro del Jeu de Paume es un plantel de doce extraordinarios solistas que componían en esta ocasión la Cappela Mediterranea. Para ser justos habría que hablar de cada uno de ellos en particular porque su virtuosismo se merece un comentario individual pero no hay espacio para ello. Simplemente señalar que estuvieron perfectamente conjuntados, atentísimos a las indicaciones del director y fueron parte fundamental en el ambiente creado en la representación.

Se podrá reunir un plantel vocal igual al de esta Poppea, pero no creo que mejor. El nivel fue altísimo en todos los cantantes, que ofrecieron un trabajo impecable y fresco. Nombraré a todos pero los calificativos, en general, que pudiera escribir de cada uno se repetirían y servirían para cualquiera de ellos. Aún así cada uno tuvo su propia personalidad vocal con características diferentes que les hicieron a la vez únicos y parte de un conjunto. Jacquelyn Stucker fue una Poppea estratosférica, con un timbre bellísimo y que utilizó su voz y su físico para llevar la sensualidad de la futura emperatriz romana a niveles que sólo actrices curtidas son capaces. No hubo intervención, ni coloratura, ni dificultad técnica que no resolviera con absoluta solvencia. Todas sus intervenciones fueron impecables, pero parece obligatorio señalar sus dúos con Nerone, especialmente esa joya que se llama Pur ti miro, pur ti godo (que ahora sabemos, casi con toda seguridad, compuso Francesco Cavalli).

Poppea Aix 22 c

El papel de Nerone estuvo a cargo del excelente sopranista Jake Arditti. Fue admirable su trabajo vocal, tan exigente, y que resolvió sin problemas aportando a la obra una tensión extrema que dibujó perfectamente un colérico y tiránico emperador, con una estimable carga chulesca y completamente absorbido por la sensualidad de Poppea. La carga sexual que explícitamente remarcó la dirección de escena funcionó perfectamente entre ambos protagonistas. El resto de cantantes asumieron más de un rol, lo que pone en valor su alta profesionalidad que brilló (y me vuelvo a repetir, pero es irremediable en una producción que rozó la perfección) en todo momento. Maravillosa mezzo Fleur Barron como Ottavia (y Virtù).

Alucinante el trabajo de Miles Mykkanen con papeles tan difíciles como Arnalta, Nutrice, Famigliare I. Un tenor de enorme categoría que usó el falsete en alguna ocasión para dibujar el carácter celestinesco de las dos ayas y que nos regaló, junto a la guitarra de Mónica Pustilnik, un inolvidable Oblivion soave, acompañando el sueño de Poppea. Fabuloso el Ottone de Paul-Antoine Bénos-Djian, un contratenor que mostró la ternura de un personaje que sólo sabe amar. ¡Qué graves los de Alex Rosen en su papel de Seneca! un bajo en plena forma, con una voz de una fuerza arrebatadora y que nos presentó, junto al Nerone de Ardetti, uno de los dúos más espectaculares de toda la noche, por la entrega extrema de ambos cantantes. Otra gran cantante, Maya Kherani como Drusilla y Fortuna, como maravillosos estuvieron en papeles más cortos pero de gran intensidad Julie Roset como Amore y Vallett, Laurence Kilsby en el triple trabajo Lucano  (fenomenal su dúo con Nerone), Soldato I y Famigliare II, Riccardo Romeo como Liberto y Soldato II y Yannis François como Littore y Famigliare III. Espléndido e inolvidable grupo de cantantes. 

Poppea Aix 22 d

Ted Huffman es un joven director de escena que ya tiene una sólida carrera. La eficacia, belleza y, sobre todo, inmenso trabajo dramático de su planteamiento para esta Poppea de Aix es impresionante por lo sencillo y por los extraordinarios resultados que consigue. Obvia casi por completo la escenografía, y deja el escenario limpio, con las paredes del Jeu de Paume a la vista, con sus mangas contra incendios y sus tuberías como parte de la obra. Sólo un gran cilindro hueco cuelga en medio del escenario, sin que sepamos muy bien por qué y un gran marco al fondo, con un banco corrido para que se sentaran los cantantes que no participaban en la acción en ese momento, forman elementos extraños a un escenario vacío convencional. El resto, mesas, sillas y en un rincón un ropero y un espejo para que se cambien de ropa los actores. Nada más. El resto es expresión, gesto, movimiento. Todo se nos cuenta con eso, con la sencillez y a la vez profundidad con las que Monteverdi y su música nos narra la historia de la ópera. Fabuloso. Por el vestuario diríamos que la ópera se desarrolla en un indefinida segunda mitad del siglo XX y es que a Huffman le acompaña un grupo de profesionales de gran nivel donde destacaría la dramaturgia de Antonio Cuenca Ruiz, imprescindible en el desarrollo de este fantástico trabajo escénico. 

La sencillez y la belleza, que ocultan un enorme talento, se dan la mano en esta Incoronazione quedará en mi memoria como uno de los mejores espectáculos que he podido ver en los años que llevo cubriendo el Festival de Aix. Enhorabuena a todos los que han participado en esta maravilla.

Fotos: © Ruth Walz