Con diez funciones de Nabucco, de Giuseppe Verdi, continua la temporada lírica del Teatro Colón. La nueva producción de la fábrica de ópera más grande de Argentina debutará el martes a las 20 y además de dos elencos de cantantes contará con dirección escénica, escenografía, vestuario, iluminación y coreografía del italiano Stefano Poda. La dirección musical estará a cargo de Carlos Vieu, al frente de la Orquesta Estable y el Coro Estable de la casa. El barítono rumano Sebastián Catana en el papel de Nabucco, la soprano eslovena Rebeka Lokar como Abigaille, y nuestros Guadalupe Barrientos, mezzosoprano en el rol de Fenena, y el tenor Darío Schmunk, que será Ismael, encabezan el primer elenco de cantantes. Rafał Siwek, Mariana Carnovali, Mario De Salvo de Sumo y Gabriel Renaud completan el cast principal que tras el debut actuará además en las funciones del 2 , 5, 8 y 11 de junio. Leonardo López Linares, Mónica Ferracani, Florencia Machado y Santiago Vidal encabezan el segundo elenco, que tendrá a su cargo las funciones de los días 1, 4, 7 y 12 de junio.

Stefano Poda 

Nabucco, estrenada en Milán en marzo de 1842, marcó la primera afirmación --y abrió una nueva vía-- para la idea de drama que haría de Verdi uno de los músicos fundamentales del romanticismo italiano. Sin destacarse con las tempranas Oberto, conte di San Bonifacio y Un giorno di regno, el compositor encontró por fin en el libreto de Temistocle Solera, algo que muchos querían escuchar, en el contexto político europeo de una Italia sometida al dominio austriaco: las cuitas individuales propias de una forma de espectáculo burgués como la ópera se amplificaban hacia las problemáticas colectivas de la tiranía y la libertad.

El éxito Nabucco fue inmediato y duradero. La potencia artística del drama produjo un impacto que enseguida se trasladó a la vida civil de un público, un pueblo, que esperaba señales para desobedecer al invasor. La firmeza del pueblo hebreo ante la persecución que refleja el argumento, basado en pasajes del Antiguo Testamento y la obra teatral francesa Nabuchodonosor de Francis Cornue y Anicète Bourgeois, coincide con la época en que Italia decidió emprender el camino de su libración del dominio austríaco, a través del largo y tortuoso proceso de unión que la historia señala como Risorgimento italiano.

La dimensión colectiva del libreto de Solera se articula a través de una dramaturgia que habilita una serie de paneles escénicos amplios, sostenidos por la una música de gran espesor dramático. Minuciosa y eficaz, la partitura de Verdi es capaz de reflejar la intimidad de los personajes y también agitar el fervor de masas en escenas que ponen al coro como el gran protagonista. Nabucco es una ópera que desde el amor entre Fenena e Ismael, el conflicto entre Abigail y Nabucco y el amor paterno del mismo Nabucco hacia Fenena, traza el hilo de las pasiones individuales y al mismo tiempo asume connotaciones de drama polifónico en escenas grandiosas, como en el celebérrimo coro “Va’ pensiero”, en el tercer acto --que trascenderá la ópera para ser himno de los patriotas italianos en las calles-- o “Immenso Jeovha”, en el cuarto acto.

A 31 años de su última representación en el Teatro Colón, esta nueva producción de Nabucco retoma la que en marzo de 2020, días antes del inicio de las restricciones motivadas por la pandemia, estaba lista para debutar. “El decorado quedó montado y bloqueado sobre el escenario durante meses, colgado e inutilizado como las arpas mudas suspendidas de los sauces del salmo del ‘Va’ pensiero’: el símbolo del arte que se calla durante los tiempos extremos, cancelando el significado profundo de nuestra vida real”, escribe Stefano en las notas que acompañan el programa de sala. “Volver al escenario para representar Nabucco tiene hoy día un significado aún más fuerte: renacer y volver a la luz artísticamente, socialmente, humanamente”, concluye el reggisseur.