Don Carlos el Met Por Carlos Javier López Sánchez
- Yannick Nézet-Séguin estrena el Don Carlos en francés con un resultado apreciable pese a la discutible elección de voces solistas.
- La noche del estreno de esta nueva producción de Don Carlos de Verdi comenzó con el coro y la orquesta interpretando el himno ucraniano y el público de Nueva York en pie, un emotivo y respetuoso homenaje a las víctimas de la invasión de Ucrania.
El propio director del teatro Peter Gelb, ya había dejado muy clara esa misma mañana la postura de la institución ante el conflicto en Ucrania. Gelb subrayó su rechazo total al ataque del régimen ruso de Vladimir Putin y anunció que espera que todos los artistas del MET compartieran esta visión. Quizá la mayor repercusión artística de esta postura sea la cancelación de Anna Netrebko esta temporada en Turandot y la siguiente en esta misma producción de Don Carlos. Netrebko será sustituida en el papel de la princesa china por la soprano de Kiev Lyudmila Monastryrskaya. Gelb marca así la pauta de otros cosos operísticos en los Estados Unidos, que van siguiendo su ejemplo. Don Carlos el Met
La producción escénica de David McVicar se recrea en los estereotipos de la leyenda negra española, acentuando la maldad de la dupla Felipe II y el Gran Inquisidor, y la bondad del triángulo Isabel-Carlos-Posa. La escenografía es un enorme muro de lápidas, oscuro y decadente como la visión que tenía Schiller del reinado de Felipe II. Se trata pues de una puesta en escena alineada con la música y el libreto, pero unidimensional y predecible, en la que escasea tanto el matiz como la originalidad.
La programación de la versión francesa en cinco actos del Don Carlos de Verdi es un empeño personal del director artístico del Met, Yannick Nézet-Séguin. El batuta canadiense no quedó satisfecho con la versión italiana que dirigiera en el Met en 2010 y no cejó hasta ver materializado este proyecto que supone el estreno en Nueva York de la versión extendida de la ópera sobre el infante español.
Nézet-Séguin estuvo a la altura de la partitura y consiguió un sonido limpio y terso del foso, con momentos de gran carnosidad dramática y punch expresivo, como en el dúo de la amistad entre Carlos y Rodrigo. El efecto de dicho dúo se multiplicó por el esfuerzo actoral de Polenzani y Dupuis, de los que hablamos más abajo. Nada que objetar pues al trabajo del director, cuidadoso con la partitura y con los cantantes, a los que ayudó con medida generosidad, y que disfrutó de la noche liderando la maquinaria del Met, a la que ya le tiene cogida la medida. Don Carlos el Met
Muchos aficionados de la noche del estreno se habían puesto la venda antes de la herida al leer el artículo del New York Times en el que se explicaba la elección de Matthew Polenzani para el papel titular a pesar de la poca idoneidad de su voz. Ya saben aquello de excusatio non petita, accusatio manifesta. Polenzani, en efecto, es lo que algunos calificarían como un lírico lechal. Su arte le permite trazar el mejor Don Carlos posible dadas las herramientas vocales y expresivas a su alcance, que no son pocas, pero acaso no las más adecuadas para el personaje. Ya en su aria de entrada del primer acto ‘Je l´ai vue’, el americano presentó un canto aéreo y atildado, cuidando la expresión al máximo, pero sin empapar la línea vocal en el flujo orquestal. Brillante en el éxtasis del enamorado, Polenzani sublimaba la línea en etéreas esmorzaturas y pianísimos, pero la plena voz no terminó nunca de romper en el sonido redondo y cerrado que se pide al tenor lírico prescrito por Verdi. El tenor de Illinois dejó en suma un Don Carlos muy profundo en lo actoral, de mayor hondura psicológica que vocal.
Su química con la Yoncheva fue excelente y la conjunción de sus timbres, muy amable al oído. Este empaste cromático, junto a la discreta proyección de ambos cantantes en el agudo, dio lugar a dúos muy equilibrados y estilizados. La soprano búlgara salió airosa como Isabel de Valois, más discreta en lo actoral que Polenzani, pero muy concentrada y comunicativa. Sonya Yoncheva se empleó con oficio en las partes más comprometidas, recreándose en la anchura de su registro medio y bajo, y algo más justa cuando tocaba alzar el vuelo en la zona aguda. Yoncheva optó por una aproximación un tanto camerística y conservadora que le permitió brillar en sus intervenciones y evitar las notas apretadas y cercanas al grito. Pese a su belleza tímbrica y el almíbar de la línea, queda no obstante la sensación de que a la voz de Yoncheva le falta entidad para llenar el frasco vocal del personaje de la reina española. Don Carlos el Met
Felipe II estuvo interpretado por el bajo-barítono Eric Owens. El artista de Filadelfia aúna la experiencia con una indudable intuición musical que le hace ser un cantante todoterreno, una apuesta segura en cada aparición en el Met. Owens cuenta con un sonido mate y rocoso, algo hueco en el registro medio, de inusitada belleza tímbrica pese a la parquedad en armónicos y matices cromáticos. Su línea de canto es como una culebra taimada que se enrosca a la partitura y la hace suya sin que los defectos como la deficiente proyección, el exceso de vibrato o la nasalidad desmerezcan en exceso el resultado final. Es inevitable señalar que también a Owens le quedan grandes los zapatos del emperador español.
En el papel de Rodrigo, marqués de Posa, encontramos al barítono canadiense Étienne Dupuis. El artista dejó un Posa creíble y profundo. Su línea, estilizada en la media voz y el canto legato, resultó tan bella como comunicativa. Verdi le dedica al personaje algunas de las frases más bellas de la ópera, y Dupuis supo lucirlas gracias a la calidez de su timbre y a un inteligente uso de los moduladores. Fue justamente celebrado por el público al cabo de la escena de la muerte del personaje. Don Carlos el Met
Jamie Barton ofreció una versión sobresaliente de la Princesa de Éboli. La mezzo americana cantó con clase e intención, alargándose en las agilidades sin apuros técnicos y forzando el gracejo hispano. La Barton cosechó una enorme ovación tras su espléndido ‘O don fatal’ en el cuarto acto, lleno de detalles cromáticos y con gran precisión tonal tanto arriba como abajo.
El bajo-barítono canadiense John Relyea encarnó al malvado Inquisidor con gran compromiso. Pese a no contar con la cavernosidad que se le pide al personaje, la proyección de Relyea es natural y honesta, sin apoyos espurios en la nariz o en la gola. Su esfuerzo actoral convenció al público del Met, que le otorgó una de las mayores ovaciones en el saludo final.
Con todo, el estreno de este Don Carlos en la versión de París puede considerarse exitoso, incluso más de lo esperado dados los mimbres con los que contaban las voces seleccionadas por Yannick Nézet-Séguin. Don Carlos el Met
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Metropolitan Opera de Nueva York, a 28 de febrero de 2022. Don Carlos, ópera en cinco actos de Giuseppe Verdi, con libreto de Francois Joseph Méry y Camille Du Locle, basado en la obra de teatro de Friedrich von Schiller Don Karlos, Infant von Spanien. Dirección Musical: Yannick Nézet-Séguin. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: David McVicar, Diseño escénico: Charles Edwards, Vestuario: Brigitte Reiffenstuel, Iluminación: Adam Silverman. Reparto: Matthew Polenzani (Don Carlos), Sonya Yoncheva (Isabel de Valois), Joo Won Kang (el conde de Lerma), Mathew Rose (monje), Etienne Dupuis (Rodrigo, marqués de Posa), Jamie Barton (Princesa de Éboli), Eric Owens (Felipe II), John Relyea (el Gran Inquisidor), Anne Dyas (Condesa de Aremberg). Don Carlos el Met
