Wozzeck Toulouse21 a MircoMagliocca

La pobre gente

Toulouse. 19/11/2021. Teatro Capitole. Berg.Wozzeck. Stéphane Degout (Wozzeck), Sophie Koch (Marie), Nikolai Schukoff (el Tambor Mayor), Thomas Bettinger (Andrés), Wolfgang Ablinger-Sperrhacke (el Capitán), Falk Struckmann (El Doctor), Anaïk Morel (Margret). Coro del Teatro Capitole. Orquesta nacional del Capitole. Dirección de escena: Michel Fau.  Dirección musical: Leo Hussain.

Si hay una ópera que ejemplifica de una manera evidente los cambios que sufrió Europa después de la I Guerra Mundial, esa es Wozzeck de Alban Berg. Sería muy largo, aunque sea tentadora  la idea, extendernos en la génesis de una obra tan compleja, con una música llena de influencias y a la vez con un lenguaje tan propio, tan rompedor en muchos aspectos. Solamente señalar, por ser la espina dorsal del libreto, el aspecto plenamente revolucionario que tiene la obra teatral de la que parte Berg para crear su ópera: Woyzeck, del dramaturgo alemán Georg Büchner. Autor de otras obras que han dado origen a más creaciones operísticas (como La muerte de Danton de Gottfried von Einem), revolucionó la concepción teatral con unas temáticas que eran completamente rompedoras en el mundo romántico germánico de la tercera década del siglo XIX. Pero sus postulados no se tuvieron en cuenta hasta el principio del siglo XX, cuando se recuperaron sus obras casi olvidadas.

En el caso de Woyzeck (transformado en Wozzeck por un error tipográfico) los vórtices sobre los que gira la obra, y que le impactaron a Berg cuando contempló en 1914 la versión teatral que daría origen a su ópera, siguen plena y desgraciadamente de actualidad: la violencia, el abuso y la enfermedad mental. Berg casi no toca la obra de Büchner, nos presenta los mismos hechos con la misma crudeza y con una música que sigue, a día de hoy, impactando por su fuerza descriptiva y su dureza. Por eso creo que Wozzeck es una ópera para ver y oír, no sólo escuchar en una grabación, aunque lo hagamos. La fuerza de la obra es la perfecta compenetración entre música y drama, entre foso y escena.

La nueva producción (en colaboración con la Ópera de Montecarlo) que estrenó el pasado 19 de noviembre el Teatro Capitole de Toulouse, firmada por Michel Fau, consigue perfectamente esta conexión. Fau no se lanza a experimentos y la única licencia que se permite, y que encaja perfectamente en otra visión del texto, es convertir en adolescente al hijo de Wozzeck y Marie, un niño que no debería tener más de seis años. Ese adolescente, siempre vestido con una túnica-camisón (una cama es el elemento central de toda la escenografía, pero también se quiere transmitir un aire angelical y de víctima inocente a la figura juvenil) parece representar a un joven Wozzeck que sueña o visualiza su futuro, presa ya de la esquizofrenia que marcará su desdichada vida.

El resto de la dirección escénica no hace más especulaciones. Nos presenta unos personajes centrales, especialmente Wozzeck, con gestos que nos recuerdan a los actores del cine mudo, de farsa trágica, incluso con toques del teatro Noh. La escenografía (perfecto trabajo de Emmanuel Charles) es claustrofóbica, encerrada entre tres paredes de la casa de Marie, muy cerca de la boca del escenario, donde se desarrolla toda la acción, casi hasta al final de obra, cuando se vislumbran las siluetas de una ciudad. Una clara influencia del cine expresionista alemán, con las películas deMurnau a la cabeza, domina estos decorados que se completan con la excelente iluminación de Joël Fabring que crea esas sombras tan típicas de este cine. Fau deja que la ópera hable por sí misma, prefiriendo la vertiente esperpéntica a la simplemente trágica, aunque no haya nada más estremecedor que un payaso triste, y Wozzeck aparece así.

Wozzeck Toulouse21 c MircoMagliocca 

Stéphane Degout es uno de los grandes barítonos de la actualidad. Esperando aún que asuma por primera vez el papel de Onegin que quedó frustrado por la pandemia en este mismo teatro, debuta con esta producción en el difícil papel de Wozzeck. El bello y noble timbre de Degout contrasta tremendamente con el fondo y la forma de este rol. Pero Degout consigue hacerlo suyo, darle su toque personal, sobre todo en lo vocal. Porque aunque se adapta perfectamente a las indicaciones de Fau, con una actuación actoral de mucha calidad, el valor viene de su interiorización del personaje, en la profunda humanidad que transmite pese a su desconexión con el mundo real forzada por su enfermedad. Estuvo impecable en esa combinación que hace Berg entre el canto y el Sprechgesang (que podríamos traducir por “declamación sometida a ritmo”). Un trabajo impresionante.

También la excelente mezzo Sophie Koch debutaba en el comprometido papel de Marie. Koch estuvo más forzada en todos los aspectos. Creo que Fau no acertó con el enfoque artístico de un personaje que quizá sea el más humano de todos los que pueblan la obra. Ella, más que nadie, representa a “la pobre gente” que se ve vapuleada por el mundo. Por eso es más vulnerable, por eso es la mayor víctima en una obra llena de ellas. Esto no llega a transmitirlo la dirección escénica y Koch, consecuentemente, tampoco. Sí estuvo estupenda en lo vocal, en unas tesituras que se salen de su zona de confort, con agudos muy comprometidos. La cantante francesa convenció en este aspecto aunque, evidentemente, hubiera más tiranteces en esa zona. 

Wozzeck no tiene comprimarios, tiene protagonistas con más o menos texto. Todos ellos aquí a un altísimo nivel. Sobre todo el Tambor Mayor de ese gran cantante que es Nikolai Schukoff y el excelente Capitán de Wolfgang Ablinger-Sperrhackeque huyó de los histrionismos de otras interpretaciones que se hacen del papel, aunque este fuera, seguramente, el deseo de Berg al componer su parte. Muy bien también el Doctor de Falk Struckmann, la Magret de Anaïk Morel y el Andrés de Thomas Bettinger. Cumplidor, en su breve intervención, el Coro Titular del Teatro.

Como ya se dijo más arriba, la partitura de la ópera es de una riqueza y variedad impresionante, siempre en los límites entre tonalidad y atonalidad, sorprendiendo siempre al oyente, manteniéndole en la tensión que la trama necesita, anticipándose en cada nota a la tragedia que palpita en toda la obra. No es fácil integrar todos estos elementos sin que haya ninguna distorsión pero Leo Hussain lo consiguió con una dirección musical rica en matices, minuciosa, que tiende al detalle más que a la lectura general. Aunque su buen trabajo no se podría entender sin el excepcional trabajo de la Orquesta nacional del Capitole, una de las formación más prestigiosas de Francia y que demostró una calidad fuera de lo común, forjada tanto en el foso como en el escenario. Todas las familias estuvieron espléndidas, pero el viento y la percusión se llevaron la palma en una noche que resultó un gran éxito. 

Wozzeck Toulouse21 b MircoMagliocca 

Fotos: © Mirco Magliocca