Turandot de Goerke Por Carlos Javier López Sánchez
Desde que viera la luz en 1987 hasta hoy, la espectacular producción de Turandot de Franco Zeffirelli ha contado con un éxito ininterrumpido en la Metropolitan Opera de Nueva York. En esta ocasión, el director de orquesta italiano Marco Armiliato se pone al frente de un elenco comandado por la soprano americana Christine Goerke y el tenor azerbaiyano Yusif Eyvazov.
El montaje de Franco Zeffirelli, la inmortalidad de un clásico
Al MET de Nueva York acuden habitualmente dos tipos de aficionado. Los locales que vienen a casi todas las representaciones, los cuales constituyen una selecta minoría y se concentran en los palcos de entresuelo los más pudientes, y en los pisos superiores los más entendidos; y por otro lado, los turistas y aficionados de paso, que comportan la gran parte de la entrada. Esta demografía del público del MET explica en parte el éxito de producciones tan vetustas como esta Turandot o La Boheme, lo cual es infrecuente lejos de Broadway.
Pese a que lo abigarrado de las escenas corales chirría en la actualidad, cuando se imponen la economía de medios de la máxima del ¨menos es más¨, el brillo del genio de Zeffirelli no tiene visos de extinguirse pronto. El público de Nueva York sigue disfrutando plenamente de la magia de esta Turandot lujosa, que con los años va ganando una pátina de clásico que la hace inmortal.
Crisis de voces en el MET
La orquesta del MET se ha reforzado para completar la nutrida orquesta prescrita por Puccini; y el especialista Marco Armiliato la ha hecho suya para dejar una gran versión de la ópera. Sonó especialmente tersa y brillante en los ensembles, modulados con destreza por Armiliato para subrayar los acentos del coro. La emoción que destila la partitura de Puccini (no tanto así el apósito de Franco Alfano) se hizo presente gracias a la energía que emanaba del foso. Sin duda, una buena noticia para la compañía.
Por su parte, los coristas de Donald Palumbo se lucen a placer en un título de repertorio trabajado a conciencia. Turandot reserva incisivas frases al coro, que debe cantar a plena voz, pero que son servidas con aparente facilidad por el coro del MET. Esta Turandot nos parece una buena oportunidad para que el coro retome la confianza y el pulso tras su largo parón.
La princesa Turandot de la soprano neoyorkina Christine Goerke resultó creíble pese a la rocambolesca conversión de su personaje, de tirana sociópata a sumisa enamorada. La Goerke sirvió con aseo su parte, empleándose a fondo en In Questa Reggia y en la escena de los enigmas. Pese a lo liviano de las notas bajas, el molesto vibrato ralentizado y la impostación en los agudos, su voz conserva su interesante color mate y la línea viene cargada de intención dramática. Su presencia actoral siempre convence, hasta el punto de que algunas noches la Goerke es más fácil de ver que de escuchar. La americana se enfrenta esta temporada a la Elektra de Richard Strauss, que cantará en la Ópera de París, en la producción de Robert Carsen al mando de Semyon Bychkov.
Su dúo con el Calaf de Yusif Eyvazov tuvo el squillo y la pujanza esperados. Las dos voces sobrepasan con creces la orquesta de Armiliato, aunque las voces no se imbrican en un sonido demasiado agradable. Contribuye a ello la fealdad del timbre del tenor, algo por otro lado fuera de su control. El azerbaiyano es un trabajador de la lírica, que se emplea con denuedo para ser merecedor de una fama que le vino dada por matrimonio. Eyvazov coloca siempre el agudo, pese a sonar caprino, nasal, empujado y poco denso. No pasará a la historia de los mejores Calafs del MET. Recordemos que desde la noche del estreno en 1926 con Lauri-Volpi, Nueva York ha visto en el papel del valeroso príncipe nada menos que a Corelli, Domingo y Pavarotti. La crisis de tenores persiste en el MET, y aledaños, y así seguirá hasta que el público de Manhattan requiera algo distinto.
La soprano Michelle Bradley cosechó un éxito considerable al sustituir a la anunciada Gabriella Reyes. Nótese que el MET ya no da explicaciones sobre los motivos cuando reemplaza a algún solista. Pese a su vibrato más bien trémolo y una emisión ligeramente engolada, fue la sorpresa de la velada por su justa interpretación de la esclava Liu. La escena de su muerte fue convincente, con un cantar atento a las indicaciones de Armiliato, punzante y musical. Michelle Bradley es una artista aún en ascenso, a la que podremos ver en Chicago esta temporada en otro rol pucciniano, Tosca.
El veterano James Morris solventó su parte sin apreturas, muy seguro en lo vocal y efectivo como el viejo rey Timur. La emisión, por momentos dificultosa, le dio al personaje un halo hiperrealista. Por su parte, el trío Ping-Pang-Pong, interpretado con gracia por los cantantes Alexey Lavrov, Tony Stevenson y Eric Ferring, hizo las delicias del amable público del Lincoln Center.
Turandot se representa durante este mes de octubre, y volverá al MET tras el invierno, en un reparto liderado por la ínclita Anna Netrebko y el coreano Yonghoon Lee.
Es de celebrar que el público del MET siga disfrutando de la monumentalidad de la Turandot de Zeffirelli, con sus cuadros deslumbrantes y coloridos. La producción seguirá dando alegrías a la compañía en el futuro. Confiemos en que las voces acompañen.
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Metropolitan Opera de Nueva York, a 21 de octubre de 2021. Turandot de Giacomo Puccini (1926), con libreto de Guiseppe Adami y Renato Simoni sobre el drama legendario de Carlo Gozzi. Dirección Musical Marco Armiliato. Orquesta y coro titulares del MET (Donald Palumbo, director). Producción y escenografía: Franco Zeffirelli. Vestuario:Anna Anni, Dada Saligeri, Iluminación: Gil Wechsler. Reparto: Christine Goerke (Turandot), Yusif Eyvazov (Calaf), Michelle Bradley (Liu), James Morris (Timur), Alexey Lavrov (Ping), Tony Stevenson (Pang), Eric Ferring (Pong), Carlo Bosi (Emperador Altoum).Turandot de Goerke
