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ÓPERA

El Teatro Real estrena "Norma", la ópera más famosa de Bellini

jueves 04 de marzo de 2021, 13:39h

Sin duda uno de los títulos más esperados de la temporada 2020-2021, “Norma”, del compositor italiano Vincenzo Bellini (1801-1835), viene al coliseo madrileño de la mano del director musical Marco Armiliato y del escenógrafo Justin Way. El domingo 28, tres días antes del estreno, tuvo lugar un preestreno gratuito para menores de 35 años. Con esto el Real demuestra, una vez más, que quiere acercar la ópera al gran público.

  • “Norma”, la ópera más famosa de Bellini

    “Norma”, la ópera más famosa de Bellini
    Javier del Real / Teatro Real

  • “Norma”, la ópera más famosa de Bellini

    “Norma”, la ópera más famosa de Bellini
    Javier del Real / Teatro Real

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    Javier del Real / Teatro Real

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    Javier del Real / Teatro Real

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    Javier del Real / Teatro Real

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    Javier del Real / Teatro Real

  • “Norma”, la ópera más famosa de Bellini

    “Norma”, la ópera más famosa de Bellini
    Javier del Real / Teatro Real

Tanto hablar de bel canto por aquí…, de bel canto por allá… Pues bien, “Norma” es la ópera belcantista por excelencia. El bel canto persigue un legato perfecto de la voz en todo su registro. Requiere un buen control de la respiración, porque abundan las frases largas, pero también exige virtuosismo vocal (escalas ascendentes y descendentes, cromatismos, tresillos, agudos en el límite del registro vocal, etc.). En sentido restringido, se dice que los tres compositores estrictamente belcantistas fueron Rossini, Bellini y Donizetti. Norma, de Bellini, además de los elementos comentados, requiere también una forma física excelente en los cantantes, especialmente el rol de la titular. Este personaje, de gran dramatismo está en escena toda la obra y es preciso disponer de una técnica vocal y una fortaleza física notables.

La Norma que ahora se representa en Madrid es una producción nueva del Teatro Real. Es de agradecer que el director de escena, Justin Way, haya optado por una escena amable, algo que hace tiempo el público del Real dejó de esperar. Los directores de escena, de un tiempo a esta parte, parecen sentir predilección por una estética feísta, que durante un tiempo, sí, ha sido válida, aunque sólo como contrapeso a lo majestuoso que inundaba las representaciones de títulos decimonónicos. Pero tampoco hay que pasarse. El público va a la ópera a disfrutar, no a sufrir. La escena concebida en este caso por Way presenta un paisaje casi onírico, con bosques que parecen sacados de un cuento de hadas. Las sacerdotisas druidas llevan unos exquisitos vestidos de tul blanco, como mitad bailarinas, mitad hadas, mitad salvajes druidas. Muy acertado el vestuario de esta producción, especialmente el ideado para Norma, de la diseñadora de renombre internacional Sue Willmington.

Volviendo a la escena, Way presenta una Norma que, en realidad, es una representación de otra Norma que se está haciendo en otro escenario dentro de la escena misma, en época de Bellini, a juzgar por los trajes decimonónicos (levitas, chisteras, trajes femeninos...), que alternan con los propios de los druidas, a veces incluso en el mismo personaje, como en el caso de Oroveso, jefe de los druidas (a veces parece que está ensayando y viste levita y chistera, y en otros momentos aparece ataviado con hábito propio del jefe de los druidas). La Norma que vemos, como el resto de personajes, no pretenden evocar a los ideados por Bellini, sino que son cantantes que ensayan e interpretan Norma dentro de esa otra representación. El espectador que acude al Real se siente, con este truco ideado por Way, un convidado inesperado y de excepción de esa otra ópera que tiene lugar dentro del espacio escénico, concebido a lo muñeca rusa.

Way también aprovecha su concepción escénica de la obra, donde se superponen dos planos temporales, el de los druidas y el de la época de Bellini en el que se está representando Norma, para arremeter contra Austria (Pollione y Flavio no van ataviados de romanos, sino de oficiales de dicho imperio) y, en la escena, los druidas, alzados contra los romanos, elevan una pancarta política en italiano: “Unione, forza…”. El ansia de independencia de Italia respecto de Austria (ésta no tuvo lugar hasta 1848, diecisiete años más tarde del estreno de Norma) es camuflada hábilmente por el autor utilizando el símil de la opresión romana sobre sacerdotes druidas en la Europa de la Edad de Hierro. En esta misma línea del nacionalismo italiano, en el segundo acto, el coro canta un himno del que después veremos muchas similitudes en el himno de los esclavos de Nabucco, de Verdi: “Va, pensiero”.

Pasemos al terreno vocal. Norma, el papel más famoso de la divina Maria Callas, ha sido el punto de encuentro de las mejores sopranos spinto mundiales. Con Norma, Callas creó un mito, en torno a ella como cantante y entorno al personaje; fue el rol con el que se sintió más identificada (los paralelismos del personaje con su propia vida son evidentes). Sin embargo, los expertos coinciden en que la mejor Norma, como producción, se presenció en Orange en 1974, con Monserrat Caballé en el papel titular y el tenor Jon Vickers como Pollione, bajo la dirección escénica de Pierre Jourdan. En torno a esta producción los astros se conjugaron para crear una obra maestra, un clásico difícil de superar. Caballé estuvo “épica”; su voz, inquebrantable y majestuosa, con su manto ondeando al viento, que era fortísimo la noche de la representación. Otro clásico imprescindible es la Norma que unió a la soprano sueca Joan Sutherland y al tenor español Francisco Ortiz. La actuación de éste entra dentro de otra dimensión en lo que a canto lírico se refiere. No ha habido ningún Pollione en la historia teatral de Norma como Francisco Ortiz. Si lo que digo sorprende a algunos, les invito a realizar una simple búsqueda en Youtube: “Francisco Ortiz Norma”. Saldrán de dudas. Es hora de que se valore a este tenor pacense como lo que ha sido: el mejor tenor dramático que ha dado nuestro país. Sorprende que no se le dedique ni un programa en los medios especializados cuando, si se menciona su nombre en Europa a alguien entendido -como me ocurrió a mí en Alemania-, éste reacciona con visible emoción diciendo algo así como: “¡Oh, sí -Ja, ja-, Ortis.., Ortis…!”

En el estreno de ayer en el Real, el personaje de Norma contó con la voz de Yolanda Auyanet-¡por fin, una española!-. Esta soprano lírica canaria (¿Qué tendrá Canarias, que da tan buenas voces?) ha sido Fiordiligi en Così fan tutte, Susanna en Le nozze di Figaro, Pamina en Die Zauberflöte o Mimì en la Bohème. También ha sido Donna Anna en Don Giovanni, o Nedda en Pagliacci -estos dos últimos papeles en Las Palmas-, entre otros roles. Como Norma, demostró una correcta emisión y dominio vocal. Esto le ayudó a conservar la voz hasta el final de la ópera, una verdadera gesta, en el sentido arriba apuntado.… Un inconveniente de este rol es que la famosa aria “Casta Diva” está casi nada más comenzar la ópera, cuanto la cantante aún tiene la voz fría y cuando aún no se ha hecho dueña del escenario (las grandes divas pusieron el listón de esta aria muy alto…). Auyanet olvidó en dos ocasiones la apoyatura sobre la palabra “ardenti” y sustituyó la vocal “a” por la “e” – que, sin duda, le irá mejor- al final del aria, con un resultado algo extraño. Sin embargo, la soprano cantó extraordinariamente muy bien la cabaletta subsieuitne y regaló al público del Real momentos bellísimos durante toda la representación.

En el rol de Pollione cantó Michael Spyres. Este tenor estadounidense ha sido Tamino en Die Zauberflöte, entre otros papeles. En el estreno comenzó con la voz fría y velada, sobre todo en los agudos, pero evolucionó hacia un canto satisfactorio, sobre todo en el último acto. El dúo al final de la ópera, donde comprende la bondad de Norma y se entrega a ella, fue uno de los mejores momentos de la noche.

Como Adalgisa, cantó Clémentine Margaine. Esta mezzosoprano francesa forma parte estable de la Deutche Oper de Berlin. Margaine tiene una voz de una oscuridad prodigiosa, casi el límite de lo cavernoso, pero bellísima y de gran carnosidad; bien anclada y proyectada. Su actuación más conseguida fue la del dúo con Norma, cuando ambas descubren que están enamoradas del mismo hombre, en el que Margaine combinó fortaleza, dulzura e intimismo. Margaine recaudó los mayores aplausos del público en la première del miércoles.

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