‘La Traviata’ con una distancia Real

Escenarios

Este Verdi del teatro madrileño es la primera ópera que sube a escena después del confinamiento

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La soprano lMarina Rebeka en el papel de Violetta, con Michael Fabiano como Alfredo

Teatro Real

Este 1 de julio fue un día histórico para la escena de la ópera. Después de noventa días con los teatros y auditorios con la persiana bajada, el Real retomaba en Madrid la programación con una Traviata pensada para cumplir con la distancia social.Tanto el público aficionado como los artistas y el personal de este templo de la cultura vivieron con emoción una velada muy especial.

Como afirmaba el periodista Iñaki Gabilondo en las palabras de bienvenida que el teatro lanzó al público del coliseo lírico madrileño por medio del sistema de megafonía, nunca antes se había producido una situación semejante en la historia del Real. l guardó un minuto de silencio.

Público y artistas viven con emoción la reapertura del coliseo lírico, que supera su propio test anticontagio

Cual turista accidental en un aeropuerto, mitad agobiado por el cumplimiento de las normas, mitad ilusionado por el viaje que iba a emprender: así estaba el público del Teatro Real anoche, día del estreno de una Traviata que pasará a la historia por ser la primera ópera que sube a escena después del confinamiento.

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'La Traviata' en versión concierto semiescenificada causó impresión ayer en el Teatro Real con e tenor Michael Fabiano (Alfredo) y la soprano Marina Rebeka (Violetta)

Teatro Real

La crème de la política se daba cita en tan especial evento. A la cabeza Carmen Calvo. El interés de la vicepresidenta del Gobierno y la ministra Nadia Calviño hicieron olvidar la usencia por razones de salud del titular de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes. No faltó tampoco el ministro de Inclusión, José Luis Escrivá, o el alcalde de la ciudad, José Luis Rodríguez Almeida,ni Isabel Díaz Ayuso, que estuvo acomodada justamente en el palco 19, a juego con el año de la Covid, podría haber dicho la presidenta con la Comunidad de Madrid.

El Real reabría a la mitad del aforo –en la platea las ausencias se hacían notar– y con una serie de normas que la gente iba encontrando en el respaldo de la butaca de enfrente. Sólo faltaba un “abróchese el cinturón”, por redondear el paralelismo aeronáutico. Era la seriedad necesaria para a partir de aquí abandonarse al disfrute de este popular Verdi, para cuya representación se encontró una solución de lo más idónea.

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La soprano Marina Rebeka fue ovacionada por su interpretación de Violetta, rodeada del tenor Michael Fabiano (derecha) y el barítono Artur Rucinski

EP

Pintada en el suelo del escenario, una cuadrícula en rojo delimitaba los espacios de cada artista y miembro del coro. Lo que empezó como una versión en concierto, con un brindis estático con el coro distribuido al fondo a modo de telón, se convirtió en el segundo acto e n una ópera al uso. Eso sí, con los intérpretes ocupando un espacio concreto, en la parte delantera, junto a una chaise longue, o una pequeña mesa de juego, una mesita... cada personaje podía relacionarse con una pieza de atrezzo a la vez que interactuaba en la distancia, con las luces subrayando el drama.

Nunca la actuación de una Violetta había resultado tan creíble en su tuberculosis

Nunca antes había sido tan creíble una Violetta tísica. Porque, ¡qué otra cosa habría hecho la auténtica Dama de las Camelias para salvar la vida de su amado sino mantenerlo alejado de sus labios! Y así actúa la soprano letona Marina Rebeka, levantando la mano para detener a Alfredo (el tenor Michael Fabiano) cuando hace ademán de acercarse.

Tiene todo su sentido en el actual contexto pandémico que una tuberculosa deba mantener las distancias”, apuntaba Leo Castaldi, el responsable del concepto escénico, que en principio debía actuar como ayudante del reggista Willy Decker –pero su Traviata era demasiado compleja para adaptarla, y sencillamente se ha pospuesto para futuras temporadas.

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La puesta de sol desde la terraza del Teatro Real, en el momento del entreacto de ‘La Traviata’

Maricel Chavarría

En el entreacto, realizado de forma escalonada y con aforo controlado incluso en el balcón –magnífica puesta de sol–, la ministra de Asuntos Económicos y vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, comentaba lo emocionante de las voces y lo próximas que s percibían. “Te olvidas de que no está completamente escenificada”, decía. Son las ventajas del disfrute de la ópera al desnudo. Y por un 25% menos del importe de la entrada, que ha sido devuelto al público que había adquirido el ticket o el abono.

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La vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos Calviño y el presidente de la Fundación del Teatro Real, Gregorio Marañón, conversan durante el entreacto de ‘La Traviata’ en el Teatro Real

Maricel Chavarría

¡Y qué voces! La noche finalizó con nueve minutos de aplausos. Rebeka recibió una sonora ovación que hizo olvidar que el teatro estaba a la mitad, como Fabiano y sobre todo el barítono Artur Rucinski en el papel del odioso Giorgio Germont que separa a los amantes. En el foso, el maestro Nicola Luisotti estuvo más bien romántico en esta partitura, con 56 músicos que ocupaban el espacio de cien una vez retiradas dos filas del patio de butacas.

Medios internacionales estaban ayer pendientes del coliseo lírico madrileño. El Real señalaba el camino , sobre todo en países como Francia o Alemania, donde Le Monde y Frankfurter Allgemeine se hacían eco de la noticia, y donde podría comenzar a cundir el ejemplo. En Gran Bretaña, donde aún ven lejos aún el regreso de esa normalidad, fue tema importante para la BBC y The Guardian.

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Isabel Díaz Ayuso, Alberto Ruiz Gallardón e Iñaki Gabilondo en el estreno de 'la traviata' en el Real

LV

Ya en la primera de las 27 funciones de esta Traviata que marcará este mes de julio, el Real superó su propio control de seguridad y colmó las expectativas. El teatro que fue reflotado en los años noventa para la ópera, después de negarse el convergente Max Cahner a que el Liceu fuera considerado el coliseo del Estado español –“perdería catalanidad”–, demostró anoche que aplicando el seny no hay por qué renunciar al buen arte en estos tiempos pandémicos.

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