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      Turandot: un Puccini de masas y proporciones chinas

      La gran creación del  músico italiano volvió al Teatro Colón en la versión de Oswald. Sobresalió Verónica Cangemi como Liú.

      Turandot: un Puccini de masas y proporciones chinasPalacio Imperial. Calaf (Benedikt) enfrenta los tres enigmas de la princesa Turandot (Guleghina). Foto: Arnaldo Colombaroli/Teatro Colón.

      Giacomo Puccini tiene dos óperas “orientales”, de magnético exotismo. Una es Madama Butterfly, japonesa, apaisada, íntima, una especie de gran arioso que se desarrolla de una punta a otra de la obra; la otra es Turandot, china, monumentalista, con grandes masas corales y multitudes sedientas de sangre, que acaba de subir en el Colón en una reposición de la producción de Roberto Oswald de 1992. Es la misma producción que se montó en el Luna Park en 2006 y que al año siguiente se llevó a México, pero no al Palacio de Bellas Artes, sino al Auditorio Nacional. En Bellas Artes difícilmente hubiera cabido.

      Aquí no falta nada, y da la sensación de que a cada nueva reposición se le agrega algo más: un decorado, un vestuario, más soldados, lanzas. Parece a punto de explotar. En una futura reposición difícilmente podría ponerse algo más, aunque es lícito preguntarse si una nueva reposición tendría sentido. Es lógico que el Colón saque a relucir sus grandes producciones (una Turandot así hoy no debe ser fácil de hallar en ningún teatro del mundo, excepto quizás en la voluminosa China). Pero ya está bien; a cada año que pase se volverá una realización estéticamente más decrépita, además de antieconómica.


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      Parece a punto de explotar, pero no explota. La reposición está llevada con gran profesionalismo por Matías Cambiasso y Aníbal Lápiz, codirector de escena y diseñador del vestuario. La realización musical es menos suntuosa. La soprano rusa Maria Guleghina no convence del todo en el rol de Turandot. Tiene voz potente, pero abusa del vibrato y los agudos en el forte llegan algo destemplados; su actuación mejoró en la medida en que su personaje fue cediendo en su cruel obstinación. Una voz con potencia y con menos fisuras (especialmente en el registro medio agudo) mostró el tenor lituano Kristian Benedikt como Calaf, aunque en un tono siempre heroico y no muy matizado. Todos seguramente esperábamos qué nos depararía Calaf en Nessun Dorma, pero tampoco allí fue memorable. Quién sí brilló fue Verónica Cangemi en el rol de Liú, aunque “brillo” tal vez no sea la mejor palabra para un personaje tan apesadumbrado y desoladoramente triste, el único papel que conmueve en esta ópera; la actuación de Cangemi fue musical y teatralmente impecable, lo mejor de un reparto que en lo esencial completaron logradas actuaciones de James Morris como Timur, y Alfonso Mugica, Santiago Martínez y Carlos Ullán en los roles respectivos de Ping, Pang y Pong.

      Los coros Estable y de Niños redondearon una buena performance vocal, mientras que la Orquesta dirigida por el rumano Christian Badea tuvo presencia, precisión y matices. 

      Ficha

      Turandot

      Calificación: Buena​

      Autor Giacomo Puccini Director Christian Badea Régie Roberto Oswald/Matías Cambiasso Sala Teatro Colón, martes 25, Gran Abono. Repite 26, 28, 29, 30, y 2, 3, 5 y 6 de julio.

      Por streaming

      La función del domingo a las 17 se emitirá por streaming a través de www.teatrocolon.org.ar. El elenco será el mismo de la función que aquí se comenta.

      WD


      Sobre la firma

      Federico Monjeau
      Federico Monjeau

      fmonjeau@clarin.com


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