PARÍS / ‘Beatrice di Tenda’, por fin en la Ópera de París 190 años después de su estreno
París. Ópera de París-Bastilla. 9-II-2024. Quinn Kelsey, Tamara Wilson, Theresa Kronthaler, Pene Pati, Amitai Pati, Taesung Lee. Dirección musical: Mark Wigglesworth. Dirección escénica: Peter Sellars. Vincenzo Bellini: Beatrice di Tenda.
Ópera seria en dos actos sobre libreto de Felice Romani, autor de todas las óperas anteriores de Bellini, Beatrice di Tenda se estrenó en el Teatro La Fenice de Venecia el 16 de marzo de 1833. Fue la penúltima obra escénica de Bellini, entre Norma (1831) e I Puritani (1835). La génesis del libreto fue tan compleja que provocó un desacuerdo entre los autores, y Bellini acabó recurriendo a otro libretista para I Puritani.
Beatrice di Tenda está ambientada en 1418 en el castillo de Binasco. El origen del drama es la amante de Filippo Visconti, Agnese del Maino, enamorada del señor de Ventimiglia, Orombello, quien, al descubrir que Orombello está enamorado de Beatrice, informa al Duque de una supuesta traición de su esposa Beatrice. Tras reunir a sus hombres para desafiar el poder de Filippo, Orombello se dirige a Beatrice para revelarle sus planes y su amor por ella. Agnese y Filippo le sorprenden arrodillado ante Beatrice, e inmediatamente denuncian este gesto como prueba evidente de la traición de la duquesa. Durante el juicio que se celebra a continuación, Orombello retira las acusaciones que Filippo le había arrancado bajo tortura y proclama la inocencia de Beatrice. Esto despierta dudas en Filippo, Agnese y los jueces, hasta el punto de que Filippo duda en firmar la sentencia. Pero cuando descubre que una facción leal a Facino Cane, el primer marido de Beatrice, exige su muerte, la furia de Filippo le lleva a firmar la sentencia de muerte. Beatrice persiste en negar, a pesar de la tortura, pero acepta su destino y perdona a Agnese, mientras que Orombello hace lo mismo, y entonces ambos caminan hacia la horca, apoyados por la multitud movida por la compasión.
Tras un breve preludio, la partitura se despliega en doce números, divididos a partes iguales en dos actos. Raramente programada, recuperada en los años sesenta gracias a Joan Sutherland en La Scala de Milán y luego gracias a Leyla Gencer en La Fenice de Venecia, la obra es más conocida por una media docena de arias y números de conjunto. Estas arias, junto con unas partes corales suntuosamente escritas, seducen y conmueven, pero no siempre son apropiadas para un tema tan terrorífico. De hecho, a veces la música parece fuera de contexto, y uno se pone a pensar lo que Verdi (Don Carlos) o Puccini (Tosca) podrían haber sacado de este mismo tema…
En una escenografía sobrecargada que se va aligerando poco a poco, la acción es clara, al igual que los decorados de George Tsypin, un poco aparatosos con sus muebles esculpidos, sus arbustos y sus fuentes, mientras que la iluminación de James F. Ingalls permite pasar de una escena a otra, de un lugar a otro, hasta volverse gris en las escenas interiores de un castillo frío. Como siempre en Peter Sellars, la producción es de gran nivel, aunque el director estadounidense se encuentra un poco menos inspirado en esta obra, a la que dice amar. La dirección de actores mejora poco a poco hasta alcanzar una verdad apasionante, con los cantantes imponiéndose tanto por la calidad de su canto como por su interpretación, a pesar de la dirección de Mark Wigglesworth, desprovista de nervio, lirismo y convicción. El reparto está muy cohesionado. La soprano Tamara Wilson retrata a una Beatrice ardiente, con unos agudos deslumbrantes, sin forzar nunca su voz, plena y amplia, lo que le permite una ardiente musicalidad. La mezzosoprano Theresa Kronthaler es una Agnese patética, tan abrumada por el cataclismo que desata que quizá sea demasiado discreta, pero su voz es carnosa y su canto untuoso. El barítono Quinn Kelsey es un Filippo Visconti impresionante, con una voz llena, potente y colorista, un timbre noble y una línea de canto flexible y firme a la vez. El tenor Pene Pati es un noble y patético Orombello, de voz sólida y timbre seductor, mientras que su hermano Amitai Pati, también tenor, es un fogoso ex ministro Anichino.
Bruno Serrou
(fotos: Franck Ferville / OnP)